Una vez más, los votantes de Estados Unidos apoyaron al Presidente Obama y haciendo historia, reeligieron al primer presidente afroamericano luego de una campaña muy reñida y a veces demasiado negativa. Mucho se debatirá de aquí en adelante sobre qué le pasó al gobernador Romney, dónde se equivocó y qué rumbo tomará el Partido Republicano de hoy en adelante.
Es hora de una seria reflexión y examen de conciencia para mis amigos republicanos sobre la dirección de su partido y cómo han llegado a marginar de una forma tan peligrosa a las mujeres, a los jóvenes y a las minorías. Sobre todo a los hispanos. Y para el presidente Obama, será un momento para trazar un mapa de cómo cumplir las promesas que hizo a la coalición de votantes que le dieron un segundo término. Sobre todo los hispanos.
He escrito muchas veces sobre el poder del voto latino. Es más, en este mismo espacio, la semana pasada hice una predicción sobre cómo y cuán decisivo sería el voto latino en esta elección. Se cumplió mi predicción. Las encuestas a boca de urna demuestran que el Presidente Obama recibió el 71% del voto latino. Un análisis más profundo nos muestra que la cifra está más cerca del 75% del voto latino.
Pero lo que más me enorgullece es que los latinos sí salimos a votar y en números abrumadores que sobrepasaron los estimados de 12 millones. De hecho, sospecho que la comunidad hispana será central en muchas conversaciones republicanas sobre cómo se han equivocado como partido en la manera en que han tratado a nuestra comunidad.
Lo más curioso en todo esto es que la gran derrota del gobernador Romney entre los latinos no fue una sorpresa. Los republicanos sabían que Romney estaba ganando una mísera parte del voto (20 y pico por ciento) y del apoyo latino.
Es más, personas muy inteligentes dentro de su propio partido decían a cada rato que los republicanos y Romney tenían que tomar un camino diferente en cuanto a los latinos, especialmente al hablar sobre la inmigración. Romney no mostró ningún interés en hacer esto e hizo muy claro que él había dado por perdido el voto latino.
Los números no mienten, ni tampoco los datos demográficos.
El país ha cambiado y los republicanos deberían cambiar con él o arriesgarse a estar en minoría por su propia carencia de minorías. El Presidente Obama, por su parte, tendrá que trabajar con su coalición de latinos, mujeres, jóvenes y afroamericanos que se mantuvieron unidos para elegirlo. Se espera que su administración trabaje en los asuntos que les preocupan a ellos, que son los mismos que el Presidente impulsó durante su campaña y que se espera serán gran parte de su segundo término.
También necesitará encontrar republicanos dispuestos a trabajar con él para resolver los problemas más grandes de la nación, entre ellos, la necesidad de una reforma migratoria. Este momento de introspección del Partido Republicano, unido a la necesidad y determinación del presidente para no sólo cumplir con su promesa sino dejar un legado histórico, puede presentar la tormenta perfecta necesaria para que por fin se logre una solución verdadera en el tema de inmigración.
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