Son muchos los desafíos que enfrentamos los latinos hoy en Estados Unidos. Desde el bajo rendimiento académico hasta los altos niveles de desempleo, hay una serie de obstáculos que los latinos tenemos que superar para poder vivir una vida próspera y productiva en este país.
Sin embargo, hay otro problema que enfrenta nuestra comunidad y del cual se habla menos, que tiene la capacidad de causar estragos en muchos programas y políticas gubernamentales de los que millones de latinos dependen. Ese problema es nuestra creciente deuda nacional. En pocas palabras, la deuda representa una amenaza económica para los latinos y es fundamental que nuestros líderes electos sepan que estamos preocupados por este problema y que esperamos que lidien con el mismo sin más demora. Nos arriesgamos a perder demasiado como para dejar que la inacción se interponga en el camino de resolver nuestra insostenible deuda.
El país se enfrenta a una enorme deuda de proporciones históricas. En relación con la economía, la deuda es mayor de lo que ha sido desde el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial y está en camino de alcanzar el mismo tamaño que el valor de la actividad económica de un año entero en el 2030. Actualmente no existe un plan para revertir o incluso reducir el rápido crecimiento de la deuda o para promover el crecimiento económico a largo plazo.
Los pagos de intereses sobre la deuda solamente llegarán a $843 mil millones en el 2023. Para poner esta cifra en contexto, el total de los presupuestos federales del año pasado para la educación, el transporte, los cupones de alimentos y Head Start combinados eran $250 mil millones. Estos son programas de los cuales dependen los latinos para su progreso social y su desarrollo personal y no podemos seguir permitiendo que la deuda nacional tenga prioridad sobre estas áreas del presupuesto. Los legisladores deben unirse para elaborar un plan que estabilice y reduzca la deuda como proporción de la economía, para que estos y otros programas importantes reciban los fondos que requieren.
Según la Oficina del Censo, el 25.4 por ciento de los latinos en Estados Unidos vivían en la pobreza en el 2011 y las personas de ingresos más bajos tienden a depender más de los programas de protección social. Un porcentaje desproporcionado de latinos se verá adversamente afectado si seguimos esperando para lidiar con los problemas sistémicos que aquejan a nuestros programas de ayuda social, porque mientras más esperemos para hacer las reformas necesarias, más drásticas tendrán que ser. En el 2011, por ejemplo, el 29 por ciento de los beneficiarios de Medicaid y el 9 por ciento de los beneficiarios de Medicare eran latinos. Con la parte A de Medicare (la porción que cubre la asistencia hospitalaria) en camino a ser insolvente en el 2026, un número significativo de latinos experimentará una reducción general del 13 por ciento en los beneficios, que ocurrirá como consecuencia del agotamiento del fondo.
Estos son problemas reales que tienen consecuencias reales. Los latinos ya no podemos darnos el lujo de que los políticos de Washington dicten nuestro futuro por nosotros. Nos encontramos en una encrucijada fundamental en la que debemos hacer oír nuestra voz colectiva diciéndole al presidente Obama y a los congresistas que ha llegado el momento de dejar de evitar las decisiones difíciles que se deben tomar para hacer frente a este problema.
No será fácil, por eso no se ha hecho todavía, pero para estabilizar adecuadamente la deuda y reducirla como una proporción de la economía, tenemos que trabajar con las áreas del presupuesto que están causando nuestros problemas fiscales. Cualquier esfuerzo real de reducción del déficit tiene que empezar por reformar nuestro código contributivo y los programas de ayuda social. Estos dos ámbitos de política pública son los puntos de la discordia y son altamente controversiales, pero lo que no se puede negar son sus efectos sobre nuestra deuda nacional. Nuestro complicado código contributivo apela a los intereses especiales que se aprovechan gustosamente de las lagunas y exenciones que aumentan el despilfarro. Y nuestros programas de ayuda social cada día son más caros y muchos ya están tambaleándose al borde de la insolvencia.
Pero los políticos no van a hacer estos cambios necesarios a menos que sepan que tienen el apoyo de sus electores. Nosotros como latinos debemos levantarnos y ofrecerles ese apoyo, dándoles el respaldo que necesitan para tomar estas difíciles decisiones, decisiones que aseguren que los programas que los latinos necesitamos para progresar estarán aquí para nuestros hijos y nietos. Al unirse a la Campaña para Reducir la Deuda, he enviado el mensaje a nuestros líderes electos en Washington de que estoy con ellos para hacer lo que sea necesario para revertir la trayectoria alarmante de la deuda nacional.
Les animo a visitar FixTheDebt.org para ver cómo puede ayudar a llevar a este país de vuelta al camino correcto en términos fiscales. Depende de todos los latinos ver que se reduce la deuda.
Julio Fuentes es el Presidente de la Cámara de Comercio Hispana del Estado de la Florida.
Esta nota originalmente se encuentra en El Nuevo Herald.
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